Estudios y pasión, claves para ser un buen entrenador

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La foto de familia antes de una expedición importante es toda una costumbre en Marcet. Hoy tres equipos viajan a la Comunidad Valenciana para enfrentarse al CD Castellón.
No es el primer viaje de Roberto Cuesta, ni mucho menos. El técnico mallorquín tiene más de 20 años de experiencia como entrenador: “A los 14 empecé como ayudante y enseguida me entró el gusanillo de enseñar a los chicos una manera diferente de entender el fútbol”.
“Para los alumnos de la Academia Marcet un viaje de este tipo es una oportunidad para competir contra equipos de nivel”, explica Roberto. “Los entrenadores aprovechamos el desplazamiento en autocar para hablar con nuestros compañeros, intercambiar opiniones sobre cómo ha ido la semana, preparar el partido…”
Ya cerca de Castellón, la expedición hace un alto para estirar las piernas y comer.
Roberto comparte mesa con los demás técnicos. Forman parte de la expedición cuatro entrenadores, dos preparadores físicos, dos analistas, un psicólogo deportivo y un periodista.
Nada más llegar llegar a los campos del Castellón, Roberto encuentra al padre de Pau, uno de sus jugadores. Santiago Sempere vive en la Comunidad Valenciana y ha aprovehado el partido para acercarse a ver a su hijo, que durante todo el año vive en la residencia Marcet en Barcelona.
Antes del partido, la charla. Táctica y motivacional. “Normalmente espero que los chicos se cambien y luego les digo el 11 titular”, explica Roberto. “Siempre insisto en que mis jugadores se tienen que adaptar a cómo el contrario plantea el partido. Tienen que ser capaces de leer lo que pasa en el terreno de juego”.
Mientras los suyos calientan, Roberto habla con un analista y con el entrenador del equipo rival. “Intercambiar opiniones con compañeros de otros equipos y de otras regiones te permite ver cómo está el fútbol en su zona, cómo trabajan, hacia dónde van, que ideas tienen…”
El equipo titular posa para una foto poco antes de que el árbitro pite el comienzo del partido. El balón empieza a rodar y llega el momento de la verdad para Roberto y sus Juveniles.
El entrenador mallorquín toma posición en el banquillo, al que llegó no sólo gracias a su pasión, sino también a la correspondiente formación teórica y práctica que tuvo que superar para acceder al cargo.
“Al comienzo me saqué el título de monitor. Vi que me gustaba y con 19 años fui a por el Nivel I del Grado de Técnico Deportivo en Fútbol. Compaginé eso con mis estudios y un año después me saqué el Nivel II siendo el más joven de mi promoción. Entonces decidí colgar las botas y dedicarme a ser entrenador.”
“El nivel I me limitaba, porque sólo me permitía entrenar hasta un Juvenil Nacional, preo no era suficiente para estar en División de Honor o en Tercera División. Gracias a la obtención del Nivel II pude empezar como segundo entrenador en en el Club Deportivo Binissalem”.
Roberto prefiere estar sentado a la hora de ver el partido. “En el banquillo siempre me gusta observar lo que pasa desde la tranquilidad. Eso me da más opciones de poder analizar a los jugadores, entender al rival y aportar variantes”.
Otra cosa es que siempre lo consiga. “A veces no viene mal un cambio de tono, porque siento que mis jugadores necesitan una ayuda. Entonces estoy más de pie para animarles y meterles en el partido”.
Antes de que finalice la primera parte, el técnico mallorquín decide hacer los primeros cambios y da instrucciones a un jugador para que se prepare para saltar al campo.
El equipo llega al descanso con un momentáneo 0-0. Roberto pregunta a sus jugadores cómo han visto la primera parte y juntos plantean qué soluciones hay que aportar para inclinar la balanza a favor de Marcet. El vídeo siguiente muestra algunos momentos de esta conversación.

“En la primera parte mis jugadores se han dado cuenta de que no solamente basta con tener la pelota y circular el balón, sino que hay que darle un poco más de intensidad. Ellos mismos se han percatado, no es que yo les marque lo que tenían que hacer. Se han dado cuenta de que hay que adelantar las líneas, jugar más en el campo contrario, apretar un poquito más. Ésa es la idea: que ellos mismos descubran cómo cambiar un partido que no va bien”. Es la mayéutica del fútbol inteligente.
El equipo empieza la segunda parte más enchufado, controlando el balón y acercándose a la portería rival. Sin embargo, precisamente cuando mejor lo está haciendo, acaba encajando el primer gol. Roberto no se desanima, porque ve que su equipo está jugando bien y consigue hacer lo que se había trabajado en los días anteriores.
“Lo que más me gusta de mi trabajo es ver que en el fin de semana los jugadores llevan a la práctica lo que les estás enseñando durante toda la semana. Ahí es donde realmente ves que estás en una línea positiva”.
“Cuando peor lo paso es cuando veo que el jugador lo intenta, pero no logra conseguir sus objetivos. Entonces tú te planteas si le estás exigiendo demasiado y tienes que buscar el equilibrio para intentar llegar al jugador, para que no se frustre…”
Poco antes de que el árbitro pite el final del encuentro, el equipo de Roberto logra el merecido empate gracias a un penalti. La justa recompensa a una buena segunda parte.
El partido se acaba y Roberto está satisfecho del trabajo de sus chicos. Ahora les espera el viaje de vuelta a Barcelona y el regreso a las rutinas diarias en la Academia de Alto Rendimiento Marcet.
Antes de la ducha, las últimas recomendaciones tácticas a sus jugadores. “Estoy muy contento de cómo ha ido el viaje. Ha sido muy positivo, porque he visto que los jugadores están empezando a entender como tienen que leer los partidos. Y eso es lo que más satisfacción da a un entrenador”.
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