‘Soy agente. Soluciono problemas’

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Pedro Bravo, presidente de la Asociación Española de Agentes/Intermediarios de Futbolistas.

Los intermediarios desempeñan un papel cada vez más importante en el fútbol. ¿Qué hacen? ¿Cuánto ganan? ¿Por qué tienen tan mala prensa?

Antes se llamaban ‘agentes’. Ahora son ‘intermediarios’. Pero su trabajo no ha cambiado en los años. Se ocupan de asesorar a los futbolistas en todo lo que haga falta. Por supuesto, se trata de conseguir equipos mejores y contratos más lucrativos. Pero no sólo eso. Los intermediarios orientan a sus clientes también en temas extradeportivos. Cada vez son más los jugadores que quieren centrarse únicamente en el fútbol y dejan que un agente se ocupe de sus cuestiones legales, fiscales o financieras.

Pedro Bravo habla de “asesoría integral”. El presidente de la Asociación Española de Agentes/Intermediarios de Futbolistas (AEAF) tiene 25 años de experiencia en el sector y alrededor de 100 jugadores en su cartera. Cuando habla de su trabajo, Bravo explica que su objetivo es “acompañar al jugador en su desarrollo profesional y personal aportando un valor añadido. El futbolista sabe que para cualquier tipo de problema puede contar con nosotros, y nosotros nos encargamos de resolvérselo”.

A día de hoy cualquiera puede ser intermediario. Evidentemente hace falta conocer el sector de cerca, pero desde hace un par de años no existen vínculos formales que regulan la profesión. Antes la situación era distinta y los agentes estaban bajo el paraguas de la FIFA. Sin embargo, el organismo que controla el fútbol mundial decidió desentenderse de los representantes de los jugadores, dejando en manos de las federaciones nacionales la regulación del sector. Con ese cambio de directrices, los agentes han pasado a denominarse ‘intermediarios’.

La sede de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación), en Zúrich.

¿Qué ha cambiado? “Nada. Yo hago mi trabajo como siempre lo hice. Es exactamente lo mismo”, asegura Bravo. “Antes la FIFA me obligaba a tener un seguro de responsabilidad civil y a pasar un examen. Ahora, ni siquiera eso”. En un contexto en el que la figura del agente era blanco de numerosas críticas, la FIFA no optó por poner normas más estrictas, sino abogó por una liberalización de la profesión. “No es lógico. Pretendían defender a los jugadores de los agentes, pero lo que se ha producido es una auténtica locura”, sentencia el presidente de la AEAF.

Las críticas a las que se refiere Bravo tienen que ver con las supuestas injerencias de los intermediarios en el día a día de los futbolistas. Sobre todo los más jóvenes. Tanto que un equipo tan destacado como el Valencia CF decidió recientemente prohibir el acceso de los representantes a los entrenamientos del fútbol base. El club acusó a los agentes de querer captar a niños cada vez más pequeños y de fomentar “comportamientos que van en contra del compañerismo”. Por ejemplo, mediante regalos a sus ‘protegidos’.

“El problema es que muchos intermediarios sólo buscan el pelotazo y acaban utilizando a los niños para venderlos”, explica José Ignacio Marcet. “Los agentes tienen mucha influencia, pero a menudo no están preparados y se olvidan de la formación de los chicos, tanto académica como humana. Se olvidan de que hay vida después del fútbol“. Según el presidente de la Fundación Marcet, “el resultado son uno críos desnortados que pasan de la infancia a la jubilación sin haber aprendido nada en el medio”.

El presidente José Ignacio Marcet durante la presentación oficial del surcoreano Heo Eungang.

Bravo, que tuvo en su cartera a Sergio Ramos, reconoce que hay agentes que no cumplen con sus obligaciones: “Recuerdo otros tiempos, en que esta profesión era más gratificante. En el fútbol había más valores, más códigos morales. Hoy hay agentes que prácticamente están en los paritorios de los hospitales a la espera del próximo crack. Pero eso ocurre en todos los sectores. En cualquier profesión hay gente buena, regular, y mala. Lo que pasa es que siempre se destacan los malos. Lo que gusta es el morbo y se pone la caja de resonancia en lo negativo. Pero yo me he encontrado con un sinfín de profesionales muy preparados. Es importante destacar que en España solamente ha habido una reclamación por responsabilidad civil en contra de un representante, pero ha habido cientos de denuncias de agentes a jugadores por no haberles abonado los honorarios”.

Para el presidente de la AEAF, cuando se trata de representar a menores, las prioridades tienen que ser claras. “Yo tengo un lema: ‘Libro en la mano, y balón en el pie’. Y si se tiene que caer alguno, que se caiga el balón”. Un principio que no todo el mundo respeta. Y muchas veces, más a causa de los padres que de los intermediarios. “No es raro que las demandas de los familiares de un futbolista sobrepasen nuestras intenciones”, explica Bravo. A veces son los propios padres los que priorizan la cuestión económica en menoscabo de los estudios.

‘Esclavitud laboral’

“Para atender correctamente a un futbolista en su etapa formativa hace falta un trabajo de equipo”, comenta José Ignacio Marcet, reiterando que el asesoramiento tiene que ir más allá de los aspectos económicos e incluir la vertiente académica, psicológica, médica… “Para poder ofrecer este tipo de servicio y cumplir con su cometido, los agentes tendrían que montar una verdadera empresa”.

Pero más servicios significan más trabajo. Y, por consiguiente, tarifas más altas. La FIFA intentó regular las ganancias de los agentes, recomendando reducir las comisiones que aplican a los traspasos a un 3%. Sin embargo, la inmensa mayoría de los intermediarios pide hoy entre el 5% y el 10%. “Establecer un límite legal sería ponerle puertas al campo”, sentencia Bravo: “No se entiende por qué nuestro sector debería funcionar de forma distinta a los otros. Un fontanero puede establecer los honorarios que quiere. Un electricista, igual. Un abogado, también. Además, todo depende del tipo de trabajo que realizamos. No podemos hablar de un mismo porcentaje para todo el mundo, porque todo se basa en el tipo de asesoramiento que ofrecemos, en si es simplemente deportivo o es también financiero, fiscal, etc.”.

Está claro que ser intermediario significa tener que lidiar con críticas de distinta índole. El presidente de la AEAF cree que los clubes de fútbol son los mayores responsables de la mala prensa que sufre su profesión: “Los que dicen que está mal que los agentes se acerquen a los niños son los equipos. Muchos clubes por un lado ponen a los niños unas cláusulas de rescisión millonarias, y por el otro dicen que los intermediarios somos los malos de la película. Pero la realidad es que los representantes de los futbolistas combatimos contra este tipo de esclavitud laboral. Es parte de nuestro trabajo. Por eso yo me siento sumamente orgulloso de ser agente y de haber ayudado a decenas de chicos en sus carreras. Y no por lo que diga yo, sino por lo que dicen los propios futbolistas que he asistido”.

 

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