Lección número uno: aprender a aprender
{mb_sdlf_jugador_SDLF-jugador_frase-destacada}El psicólogo Rafael Rodríguez-Soler trabaja con los entrenadores para fomentar el espíritu crítico de los alumnos en su proceso de aprendizaje en el fútbol.
A la hora de desarrollar talento deportivo no vale cualquier estrategia. La repetición de gestos técnicos y esquemas tácticos es importante para poder progresar, pero no es suficiente. Si el objetivo es aprender nuevas competencias, lo primero que hay que hacer es… ¡aprender a aprender! Parece una obviedad, pero no hay enfoque más alejado de la concepción tradicional y obsoleta de la formación futbolística.
“Se trata de aprender a pensar, de desarrollar en el jugador la competencia del aprendizaje auto-regulado”, explica Rafael Rodríguez-Soler, director del Departamento de Psicología Deportiva en la Academia de Alto Rendimiento Marcet. “Hay que evitar la mera memorización mecánica, porque la repetición vacía de los conceptos da lugar a respuestas superficiales. En este sentido, es prioritario incitar al análisis y fomentar el espíritu crítico. El objetivo es que el jugador sea capaz de resolver problemas desarrollando su capacidad de adaptación al entorno futbolístico”.
Cambio de paradigma
Para que esto sea posible, es importante que el cambio de paradigma empiece por los entrenadores. “Esto requiere una nueva manera de entender el proceso de formación futbolística”, señala Rodríguez-Soler. “El entrenador pasa de ser alguien que dirige, ordena e impone a ser alguien que guía, pregunta y estimula. Lo que se necesita es un auténtico cambio de rol con respecto a la forma tradicional de entender el fútbol. Y la dificultad principal no reside tanto en comprender las nuevas ideas, sino en apartarse de las viejas”.
Para que el nuevo paradigma se asiente, Rodríguez-Soler y sus colaboradores utilizan herramientas evaluativas y formativas dirigidas a los propios entrenadores de la Academia de Alto Rendimiento Marcet. Una de ellas es la metodología CBAS (Coaching Behavior Assessment System), que permite la observación, el análisis y la codificación del comportamiento de los técnicos en un contexto natural, como puede ser un encuentro de fútbol. Se trata de grabar simultáneamente el partido y la conducta del entrenador. Las filmaciones se analizan y se discuten con los propios técnicos en sesiones internas como la que se puede ver en el vídeo que encabeza este artículo.
Aprendizaje auto-regulado
El Departamento de Psicología Deportiva de la Fundación Marcet se encarga de catalogar el comportamiento de los entrenadores según distintos parámetros. Por ejemplo, se establece si sus conductas son reactivas o espontáneas. O si se producen en respuesta a comportamientos deseables o a errores de los jugadores. O si se trata de respuestas de ánimo, de instrucción técnica, de castigo, etc.
La intención no es corregir la forma de actuar de los entrenadores, sino orientarla poniendo sobre la mesa ventajas y desventajas de cada opción, teniendo en cuenta las circunstancias en la que se ha producido y las peculiaridades de cada jugador. “Eso sí”, advierte Rodríguez-Soler, “fomentar en los alumnos competencias de aprendizaje auto-regulado implica una serie de cambios a los que los técnicos tienen que saber adaptarse mediante una disposición abierta y flexible”.
“La comunicación del entrenador tiene una gran influencia en la formación del talento”, subraya el psicólogo: “Hablamos de repercusiones tanto en la cultura de equipo como en el clima motivacional. Y también en la comunicación entre los jugadores. Hay que fomentar un aprendizaje de calidad, buscando la implicación de los alumnos y teniendo claro que la búsqueda de la solución es más importante que la solución misma. En este sentido es importante estimular a los jugadores a que asuman un papel activo. Y para eso es fundamental el papel del entrenador, ya que su ‘feedback’ orienta los procesos perceptivos que influyen en la toma de decisiones y en el aprendizaje mismo”. Porque para que el alumno aprenda a aprender, hace falta que el entrenador aprenda a enseñar. Ahí está la clave para formar jugadores (y técnicos) inteligentes.