El largo camino para jugar el partido soñado

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A veces parece que llevas preparándote toda una vida para un encuentro que te marcará como futbolista.

“Dentro de vuestras carreras futbolísticas hay momentos muy importantes, y éste es uno de ellos. Son oportunidades que no van a volver. Tenéis que entender que esto no va a ser una excursión”. Nicholas y Arnold asintieron a las palabras del director deportivo, que les había convocado para que tuvieran claro el alcance de lo que iban a vivir en cuestión de días: rivales de Primera, partidos exigentes, grandes escenarios. Madrid les esperaba.

Y ellos estaban listos. Preparados para ser los protagonistas de su propio sueño. “Cuando Carlos Rivero me comunicó lo del viaje me pareció fantástico… Tenía mucho entusiasmo, pensaba en la enorme oportunidad que tenía”, recuerda Nicholas Pambudi. Lo que más deseaba el lateral derecho del Juvenil Marcet era enfrentarse al Atlético de Madrid. “Se trataba de algo nuevo para mí. Quería conocer cómo juega un equipo de ese calibre y estaba deseando ponerme a prueba, averiguar cómo jugaría ante ellos. Quería conocer mi nivel real”.

Nicholas Pambudi y Arnold Barahona
Nicholas Pambudi y Arnold Barahona, dos #ImparablesMarcet

El defensa indonesio iba a ser parte de una expedición de más de 120 personas entre jugadores, técnicos, preparadores físicos, analistas, psicólogos deportivos, cámaras… Cinco equipos para un evento de ‘scouting’ de tres días que les brindaría la oportunidad de lucirse ante clubes de Primera División. “Son partidos importantes, que no se juegan todos los días”, asegura Arnold Barahona, compañero de Nicholas en el equipo que viajó a Madrid como buque insignia de la Fundación Marcet.

Sin embargo, el viaje a la capital española no fue exactamente como el volante hondureño se lo esperaba. Arnold venía arrastrando una lesión a la espalda y pocas horas antes de la salida su situación empeoró. “El dolor había desaparecido hace unos días, pero volvió tras el último partido que jugué”, explica el mediocentro. El equipo técnico de la Fundación Marcet intentó buscar un vuelo a última hora para ahorrarle el traslado en autocar, pero no tuvo suerte. Arnold se sumó al resto de la expedición consciente de que el día después tenía pocas posibilidades de vestirse de corto.

Las previsiones se cumplieron y el volante de San Pedro Sula, punta de lanza del Juvenil Marcet que salió al campo contra el Atlético de Madrid, tuvo que mirar el partido desde el banquillo. Era la primera vez que Arnold, de 16 años, caía lesionado. Las molestias físicas, que siempre le habían respetado, aparecieron en uno de los momentos más decisivos de su carrera futbolística. “Quería demostrar lo que valgo, eso era lo que más deseaba para mí, pero al final no pude. Es una oportunidad que se va”, sentencia Arnold con una mirada severa, propia de quien exuda confianza y regatea distracciones para centrarse en objetivos más a largo plazo.

Desde el banquillo, el mediocentro hondureño vio cómo sus compañeros completaban un excelente encuentro contra el Atlético de Madrid. Empate a uno tras 90 minutos muy competidos. “Estoy satisfecho de cómo lo hicimos”, asegura Nicholas, que jugó todo el partido. “Descubrí que nuestro equipo tiene un nivel parecido al del Atleti. Fue un muy buen partido y pudimos competir contra ellos sin problemas”.

El lateral indonesio, procedente de una remota aldea en la isla de Java, afrontó el encuentro con el entusiasmo de quien está viviendo un sueño. Pero también con la serenidad necesaria para poder dar la talla ante un rival de gran calado. “No estaba tenso para nada. Hace un año lo habría estado, pero la preparación psicológica que estamos siguiendo de cara a partidos tan importantes ha dado sus frutos. Ya no me pongo nervioso ante equipos de renombre”.

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En Lippo Cikarang, su pueblo natal, no hay equipos de fútbol. Apenas hay un pequeño campo para montar pachangas entre amigos. El contraste con las impecables instalaciones de la Ciudad Deportiva del Atlético de Madrid es importante. Hace tres años Nicholas tenías que viajar a Yakarta cuatro veces a la semana para poderse entrenar. Dos horas la ida, dos horas la vuelta. “A veces hacíamos el viaje para nada, porque al llegar descubríamos que había llovido mucho y que el entrenamiento estaba suspendido”.

Su padre le acompañaba en coche. “Siempre me apoyó en todo”, dice Nicholas: “Ama el fútbol, y si hoy juego se lo debo a él. En Barcelona echo de menos a mi familia, pero todo lo que estoy haciendo merece la pena, porque para alcanzar un objetivo siempre hay que hacer sacrificios”. Como disputar tres partidos en tres días en Madrid. “Nunca había jugado tanto. Acabé que no podía ni andar”, explica el lateral, ratificando así las palabras premonitorias de su director técnico: Madrid no había sido una excursión.

Después del Atlético, el Juvenil Marcet se enfrentó al Rayo Vallecano y al Getafe CF. Una derrota y otro empate. Y, sobre todo, buenas sensaciones. Como la recuperación de Arnold, que pudo salir al terreno de juego durante una veintena de minutos. No todo lo que habría deseado. Pero al ‘jugón’ hondureño nada le detiene. “Mi ilusión era que uno de los grandes equipos a los que nos enfrentábamos se pudiera fijar en mí. No ha podido ser, pero eso ya ha pasado. Me lo tomo como una lección de cara al futuro”, comenta Arnold tras su vuelta a Barcelona.

“Hay que seguir trabajando para lo que venga. En España me he dado cuenta de lo importante que es hacer bien las cosas todos los días. Al empezar a hacer pruebas para grandes equipos y al ver el nivel que hay aquí he entendido que quiero ser un jugador profesional, que el fútbol tiene que ser parte de mi vida. Veo que mi objetivo está cada vez más cerca, pero también veo que no es fácil y hay que esforzarse y trabajar duro cada día. Ahora comprendo lo importante que es aprovechar las oportunidades. Honduras no es un país que destaque por su nivel de fútbol. Aquí en España ya he podido enfrentarme a equipos como Valencia, Zaragoza o Levante, y eso es un gran logro personal”.

Al igual que Arnold, también Nicholas ve cómo poco a poco va quemando etapas. “Me gustaría poder jugar por lo menos en Segunda División”, dice el lateral derecho, que de alcanzar su sueño sería el primer indonesio en llegar a ese nivel en Europa. “Veo que poco a poco me estoy acercando a mi objetivo, porque cada día aprendo cosas nuevas. Hace años no me podía imaginar que hoy iba a estar en España, enfrentándome a clubes como el Atlético de Madrid. ¿Yo? ¿Desde una pequeña aldea de Indonesia? Es fantástico. Es increíble”.

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