Futbolistas por el mundo
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Hoy las mejores oportunidades pueden estar a miles de kilómetros de distancia y hablar idiomas completamente desconocidos.
El fútbol no sólo es el deporte más popular del mundo. También es una de las profesiones más globalizadas, toda vez que miles de jugadores emigran cada año para poder desarrollar sus carreras deportivas. Para un futbolista, desplazarse es hoy algo más que una opción. Es casi necesario. No sólo de una ciudad a otra, sino también al extranjero. Cada vez son más los jugadores que abandonan su país e incluso su continente en busca de oportunidades mejores.
Hasta hace poco este fenómeno no tenía las dimensiones actuales. En los años 80 los futbolistas que se desplazaban al extranjero eran la excepción. Y este movimiento de capital humano se daba sobre todo en los países más periféricos del fútbol mundial. Muy raro era ver a un jugador español, italiano o inglés desempeñarse en la liga de otro país. Eran más bien los futbolistas de Europa del Este, Sudamérica y África los que se mudaban para poder jugar en los campeonatos de Europa Occidental.
La globalización cambió radicalmente las cosas. Y uno de sus hitos fue la Sentencia Bosman, que en diciembre de 1995 declaró ilegales los cupos de jugadores extranjeros pertenecientes a estados miembros de la Unión Europea. A partir de ahí, ya no habría límites legales para que los futbolistas españoles fueran fichados por clubes ingleses. O para que los italianos empezaran a mirar más allá de su ombligo y se ofrecieran al mercado alemán o francés. Veintiuno años después, las consecuencias del ‘Caso Bosman’ se reflejaban en las estadísticas de la Eurocopa 2016, en la que sólo 206 de los 552 jugadores participantes jugaban en sus ligas domésticas.

Alejandro Piacentile Valderrama encarna más que nadie esta tendencia. Conocido como Alex Piache en el mundo del fútbol y procedente de España, este defensa ha estado trabajando en otros cinco países: Andorra, Inglaterra, Nicaragua, Bolivia y, ahora, EEUU. Hizo todas estas maletas más por “curiosidad” que por necesidad: “Para mí se trataba de salir de la rutina y conocer mundo a través del fútbol, pero jamás pensé que me iría tan bien en lo deportivo y lo personal”.
“En España la competencia es tanta y el nivel es tan bueno que a veces acaba eclipsando el potencial de un jugador o un técnico. Eso hace que cada vez más trabajadores del mundo del fútbol se marchen al extranjero para tener más oportunidades”, explica el defensa, que hoy ea parte del cuerpo técnico de los Switchbacks FC de la liga USL de EEUU. “La capacidad de adaptación a nuevos lugares lo es absolutamente todo para poder tener éxito fuera de tus fronteras. Eso es lo que permite a un jugador adquirir una experiencia única, en la que no sólo es posible aprender diferentes culturas futbolísticas e idiomas, sino también crear nuevas amistades y, en algunos casos, hasta segundas familias”.
“en españa la competencia es tanta que a veces acaba eclipsando el potencial de un jugador”
Según datos del CIES Football Observatory, Brasil es con diferencia el país con más jugadores expatriados. A fecha 1 de mayo 2017, eran 1.202, y el 65% de ellos jugaba en Europa. Lejos quedan Francia y Argentina, respectivamente con 781 y 753 futbolistas que juegan en otras ligas. Siguen Serbia (460), Inglaterra (451) y España (362). Pero el país de la Premier League continúa siendo una excepción a la creciente globalización del ‘deporte rey’. En realidad, un 60% de los jugadores ingleses expatriados se encuentra en Gales, Escocia e Irlanda, es decir al lado de sus casas y en un contexto que requiere poca o nula adaptación. Además, la inmensa mayoría del restante 40% desarrolla su actividad en países anglófonos, como EEUU y Nueva Zelanda.
Inglaterra es la excepción que confirma la regla. Y la regla es que las fronteras se han derrumbado no sólo en el fútbol profesional, sino también a nivel de fútbol base. Cada vez son más jóvenes los jugadores que abandonan su país para formarse en entornos más convenientes. La Academia de Alto Rendimiento Marcet es en este sentido paradigmática. Cada año recibe a alumnos procedentes de todo el mundo, que acuden a Barcelona en busca de una formación de calidad.
De los alrededor de 200 futbolistas que pasaron esta temporada por el Programa Profesional Marcet (MPEP), menos de 30 eran de nacionalidad española. Es decir un 15%. Esto significa que la inmensa mayoría de los alumnos tiene que afrontar un importante proceso de adaptación -tanto cultural como deportiva- en el pleno de su adolescencia.
“Muchos futbolistas rechazan ofertas importantes porque no quieren perder su calidad de vida”
Contar con profesionales especializados es sin duda un plus a la hora de aclimatarse a un nuevo contexto, como explica Shirali Ibragimov: “Al comienzo creía que no podía vivir en España. Me encontré de repente en otra cultura, con otro tipo de comida. Todo era distinto de Turkmenistán y yo sólo podía decir ‘hola’ y ‘gracias’ en castellano. Quería volver a casa, pero aguanté para desarrollarme como futbolista. Carlos Rivero me dijo que tenía que estar en la residencia con mis compañeros si quería adaptarme y aprender el español, y fue justo lo que pasó”.
Como Shirali, la mayoría de sus compañeros sueña con fichar por un equipo de España, por el prestigio que se ha labrado el fútbol de este país en los últimos años gracias a sus triunfos a nivel de clubes y de Selección. “Y también por la calidad de vida”, añade Matías Irace, técnico MPEP: “Conozco a muchos jugadores que declinan ofertas importantes porque valoran el lugar en el que viven. Es un factor determinante. Si todos los argentinos quieren jugar en Europa es precisamente por la calidad de vida que buscan“.

Lo sabe muy bien el propio Irace, natural de Rosario. El hoy técnico se estrenó a los 20 años en Primera División con la camiseta de Rosario Central, club con el que llegó a disputar partidos de Copa Libertadores. Después de esa experiencia se vio obligado a viajar para poder seguir trabajando en el fútbol. Antes a España e Italia, como jugador. Luego asentándose como entrenador en Barcelona. “Tener que dejar tu país nunca es fácil. Cuesta cambiar, porque puedes pasar Navidades solo, puedes acabar llorando día tras día… El fútbol es para gente sacrificada“.
Las noticias de los últimos años reflejan la importancia de la calidad de vida de la que habla Irace. Según ‘El Confidencial’, ha sido la crisis económica de esta década la que ha cambiado la mentalidad de los jugadores españoles: “La progresiva caída de los salarios en Segunda y Tercera División, unida a la inseguridad de cobrar los mismos, ha propiciado que cada vez más futbolistas se planteen saltar fronteras que antes eran totalmente desconocidas y remotas”.
Valga el caso de China, un país que hasta hace dos lustros nadie asociaba con el fútbol. En los últimos años el gigante asiático ha contratado a cada vez más profesionales europeos: jugadores, entrenadores, preparadores físicos… Carlos Lozano fue uno de ellos, aunque su experiencia con el Shangai Greenland Shenhua sólo duró siete meses. “Se acabó por razones familiares”, explica el fisioterapeuta del Espanyol: “Estoy muy contento por todo lo que viví allí, pero la cultura china es muy diferente a la europea. Para mí lo más difícil fue sobre todo el tema de la familia y los amigos“.

Emigrar a otro país y tener que acostumbrarse a una nueva realidad nunca es fácil. El brasileño Lucas Silva, fichado por el Real Madrid en 2015 y cedido el pasado febrero al Cruzeiro, acaba de declarar que no quiere volver al club merengue. Pese a tener una oportunidad en el mejor club del mundo, prefiere seguir en Brasil. Y el portugués André Gómes, centrocampista del Barça, reveló hace poco los detalles de su difícil adaptación al club azulgrana: “No me siento bien en el campo, no estoy disfrutando de lo que puedo hacer. Todo se volvió un infierno, porque empecé a tener más presión“.
Las historias personales de estos jugadores de primer nivel demuestran que para un profesional del fútbol la capacidad de adaptarse a nuevos contextos puede ser tan importante cómo sus habilidades técnicas y tácticas. Cada vez menos jugadores pueden permitirse el lujo de elegir el país en el que desarrollar su carrera deportiva. Acostumbrarse a la idea de tener que hacer las maletas puede ser un valor añadido y un factor determinante. Las mejores oportunidades pueden estar a miles de kilómetros de distancia y hablar idiomas completamente desconocidos.