Métele un gol al estrés
{mb_sdlf_jugador_SDLF-jugador_frase-destacada}Los psicólogos deportivos explican cómo evitar que la presión del entorno y el miedo a cometer errores influyan negativamente en el rendimiento deportivo.
El deporte sirve para combatir el estrés. Pero a veces también puede ser su causa. Sobre todo en el fútbol, donde no siempre es fácil manejar la tensión competitiva de forma adecuada. Las emociones negativas corren el riesgo de perjudicar no sólo el resultado de un partido, sino también la carrera de un jugador. ¿Cómo evitarlo?
Antes que poner remedios, es importante saber qué es el estrés, cuáles son sus causas, cómo se manifiesta… Y por qué afecta tanto a los futbolistas. Según una investigación de la Universidad Siglo 21, los jugadores son el colectivo más expuesto a emociones negativas como intranquilidad, nerviosismo o miedo. De una muestra de más de 400 profesiones, el centro de estudios argentino encontró que sólo el 15% de los trabajadores experimenta niveles parecidos de estrés.
Pero las emociones negativas no se ciñen al fútbol de primer nivel. También afectan a los jugadores en etapa formativa. Es decir a niños y adolescentes, que no consiguen vivir el deporte de forma sana. “Hay dos tipos de elementos que desencadenan el estrés en el fútbol”, explica el psicólogo deportivo Fabio Ciuffini:
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Estresores externos: son los factores ambientales que rodean al futbolista, tales como las expectativas que genera su actuación, la importancia de un partido, las dificultades que pueda tener su equipo, las presiones de amigos y familiares o un calendario demasiado apretado.
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Estresores internos: se refieren a todo lo que está ‘dentro’ del deportista, como sus propias expectativas, su actitud negativa, su baja autoestima o su mala gestión de las emociones.
Según Ciuffini, “estos factores suelen causar síntomas tanto físicos como mentales”. Como ejemplos, el responsable de Calcio Scouting -proyecto italiano cuyo objetivo es fomentar el crecimiento del futbolista a partir de los aspectos psicológicos y formativos de su persona- menciona “fatiga, taquicardia, trastornos del sueño, pérdida de apetito, jaquecas o predisposición a las lesiones”.
Las consecuencias del estrés suelen provocar una bajada del rendimiento deportivo y, en algunos casos, el abandono de la actividad. En el fútbol base, esto ocurre cuando el deporte deja de ser una sana diversión y empieza a ser vivido como una auténtica tortura psicológica. Es lo que en el mundo anglosajón se conoce como Síndrome del ‘burnout’. Eso es, estar quemados.
Un estudio coordinado por el doctor Andrew Hill, profesor de Ciencias del Ejercicio en la Universidad de Leeds, indica que el 25% de los futbolistas en etapa Juvenil experimenta síntomas de ‘burnout’. La investigación subraya que los futbolistas más expuestos al estrés competitivo son los que más advierten la presión de su entorno o los que más tienen medio a cometer errores. Sus ansias les impiden actuar de manera productiva en el terreno de juego. Pierden seguridad en sí mismos y dudan en lugar de actuar de forma rápida y efectiva.
Así las cosas, está claro que dominar el estrés es un requisito fundamental para todo futbolista que quiera destacar. En el deporte, las emociones son tan importantes como la técnica o la táctica. Por eso ya no hay equipo de nivel que no cuente con un psicólogo deportivo en su plantilla. Diseñar estrategias para combatir el estrés competitivo es uno de sus principales cometidos. Según Ciuffini, para lograr este objetivo es necesario actuar en tres frentes:
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Autoconciencia. Es importante que el futbolista conozca los factores externos e internos que le causan estrés. Se trata de elementos en gran medida subjetivos, que pueden ser determinados con una atención personalizada por parte de un psicólogo deportivo.
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Sobreentrenamiento. Para mantener el estrés bajo control es imprescindible modular bien los ritmos y las dinámicas de la actividad física. Una planificación equivocada y un calendario muy apretado -tanto de entrenamientos como de competición- acaban quemando al jugador y mermando su rendimiento. En este caso, más es menos.
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Estilo de vida. Para un futbolista es básico cuidarse en el día a día, adoptando un comportamiento conveniente para su desarrollo como deportista. No sólo desde el punto de vista físico (dieta, descanso, hábitos saludables…), sino también desde el psicológico (técnicas de entrenamiento emocional, relajación…).
Actuar en estas tres direcciones es clave para ganarle la partida al estrés. Pero el éxito es posible siempre y cuando los futbolistas cuenten con la colaboración del departamento técnico de su equipo. En este sentido, es fundamental que los entrenadores comprendan la importancia de gestionar el estrés y estén capacitados para actuar de la mejor manera ante situaciones de ‘burnout’. Porque a día de hoy ningún equipo se puede permitir el lujo de prescindir de la psicología deportiva. Menos aún cuando se trata de futbolistas en etapa de formación.