Un Viaje de Crecimiento
{mb_sdlf_jugador_SDLF-jugador_frase-destacada}hacia el fútbol universitario en Estados Unidos.
Sam Cardoza comenzó su pasión por el fútbol a los cinco años, cuando su madre lo inscribió en una liga local en Nueva Jersey. “Desde el principio, me gustaba mucho y se notaba que podía jugar”, comenta Sam, quien poco a poco fue escalando en el nivel de competición. A los 10 años, se unió a una liga más competitiva y fue allí donde un amigo le habló de la Academia Marcet en Barcelona. Sin pensarlo dos veces, Sam decidió hacer un curso de verano en la academia, lo que marcaría el inicio de una etapa crucial en su desarrollo como futbolista.

La experiencia en Marcet no solo fue un desafío en el terreno de juego, sino también fuera de él. “Fue un cambio cultural muy grande. Ir a un colegio español y adaptarme al nivel de juego, que era mucho más alto que en Estados Unidos, me ayudó a madurar tanto como jugador como persona”, reflexiona Sam. Durante sus cuatro años en la academia, participó en partidos internacionales en Francia, Italia y Portugal, lo que le permitió medir su nivel frente a equipos de primer orden. “Cada año en Marcet fue increíble; estoy agradecido por haber tenido la oportunidad de jugar como extranjero y crecer en un entorno tan competitivo”.
El salto al fútbol universitario en Estados Unidos se dio de manera natural tras su paso por Marcet. Sam se unió a un equipo de Junior College en la División 1 y, con el tiempo, ha jugado en diferentes universidades, donde ha seguido destacándose. “Aquí en Estados Unidos, el fútbol universitario es muy diverso; hay jugadores de todas partes del mundo. En mis equipos, a menudo era el único estadounidense”, comenta. Al momento de realizar la entrevista, Sam se encuentra en su tercer y último año en la Assumption University de Worcester, Massachusetts, y ya se siente preparado para afrontar una nueva temporada y completar su maestría.

Las enseñanzas en Marcet han sido clave en su estilo de juego. “El cambio de mentalidad fue lo más importante. En Estados Unidos, jugaba con un enfoque muy físico, pero en España aprendí a jugar de manera más simple, con uno o dos toques, y ser más creativo cuando es necesario”, explica Sam. Esta adaptación no solo le ha permitido mejorar su rendimiento en la cancha, sino también destacarse en el competitivo entorno del fútbol universitario.
Sam tiene claro cuál es su próximo objetivo: llegar a ser futbolista profesional. “Siempre ha sido mi deseo y estoy haciendo todo lo posible para lograrlo”, afirma con convicción. Sin embargo, también es consciente de la importancia de prepararse para el futuro, más allá del deporte. “Estoy estudiando para tener una educación que me permita hacer cosas después del fútbol”, señala. Con una mentalidad enfocada en el crecimiento y la gratitud hacia Marcet por haberle brindado las herramientas necesarias, Sam está listo para seguir avanzando en su carrera.